jueves, 2 de junio de 2011

TRAPICHEOS AMOROSOS EN EL OLIMPO








Los dioses son caprichosos y volatineros. Como se saben poseedores de todos los poderes usan y abusan de los mismos cual dictatorzuelos caprichosos. Es una falacia que entre sus cualidades poderosas esté la bondad. Nunca son pródigos en la misma ni para ellos mismos ni para los humanos.....en el fondo, cuando nos crearon a su imagen y semejanza divina, sólo nos trasmitieron engaños, prepotencia, doblez, avaricia y odios. Creo que la poca bondad que poseemos los humanos es mérito de nosotros mismos y eso nos convierte en héroes. Hemos conseguido levantarnos un poco a lo largo de siglos y siglos mientras los dioses van cayendo vacíos y huecos a nuestro paso.

Hubo un héroe que nació por capricho de un dios. Este héroe se llamó Hereclés.

Anfitrion y Alcmena parecían ser un matrimonio bien avenido. Digo parecía porque la bellísima Alcmena no consentía yacer con su marido, ya que andaba muy dolida por la muerte de la mayoría de su familia. Ella y Anfitrión habían huído a Tebas, y gozaban de la bendición del rey Creonte. Alcmena estaba sumida en una gran melancolía. Carcomía su corazón con toda suerte de venganzas e insistía a su marido, una y otra vez que jamás se acostaría con él hasta que éste le trajese la sangre de todos los asesinos de sus hermanos . Tanto porfió la dama que Anfitrion formó un ejército y juró a su mujer que volvería con las cabezas de los responsables.

Mientras tanto, allá en las alturas del Olimpo, Zeus, que siempre estaba pronto a violar a toda ninfa y doncella que se le cruzara, posó su mirada lasciva en Alcmena. Este padre de los dioses era muy diestro en los engaños, tal vez porque temía las iras de su celosa esposa Hera. Ni corto ni perezoso se valió de la imagen de Anfitrión y se la enfundó. Pero dada la belleza de Alcmena deseó algo muy especial para ella. Llamó a Hermes a su presencia. Le dió órdenes tajantes al dios sirvientes para que se encargara de detener el carro de Helios durante tres días y que entretuviera a las Horas de su natural apresuramiento, Le advirtió igualmente que si era necesario las encadenara sobre la marcha.

¡El pícaro diosecillo quería una noche que durara tres!....Naturalmente querer es poder y más siendo el amo del Olimpo. El buen dios quería procrear algo grande y para eso era necesario una “gran noche”.

Hermes fue diligente hasta en el más mínimo detalle. Toda la humanidad quedó tan amodorrada que nadie pareció darse cuenta del enorme tiempo que había estado durmiendo. Helios estaba desesperado, pero se las apañó con los encabritados caballos. Las horas tuvieron que ser encadenadas.....todos se plegaron a la gran voluntad y al capricho divinos.

Alcmena se tragó los cuentos que Zeus le contó sobre la derrota de los enemigos de su familia y como amaba fervientemente a Anfitrión aceptó ofrecerle sin tapujo alguno su deseado cuerpo. Naturalmente la potencia de un dios no puede compararse con la de hombre alguno y Alcmena quedó tan sumamente complacida con aquellas increíbles treinta horas de amor y sexo que cuando volvió su verdadero marido al día siguiente y él reclamó sus derechos matrimoniales ella quedó pelín decepcionada.
Anfitrión, que no se consideraba un mal amante, se quedó descolocado cuando Alcmena apenas mostraba excitación. De hecho su frialdad era manifiesta.

- ¿No crees Anfitrion que estás siendo reiterativo contándome nuevamente la batallita? - le dijo su amada esposa cuando más afanado se encontraba.

Aquello era muy extraño. Como puede comprenderse, Anfitrión quedó absolutamente confundido. ¿Cuál era la razón por la cuál su virtuosa esposa se mostraba tan indiferente y le achacaba cierta debilidad viril en comparación con la noche anterior? El desconfiado marido decidió consultar al adivino Tiresias, que gozaba de gran fama en consultas de todo tipo.

- Tiresias - le dijo- mi mujer está empeñada en que yo, yo y no otro, he yacido con ella dos veces consecutivas. Eso es del todo imposible, porque regresé anoche. Pero lo más grave es, que según ella, la primera vez que visité su cama fuí una verdadera fiera y que lo de anoche fueron leves caricias. Me repite, igualmente, que la primera vez su placer fue tan intenso que el tiempo que estuve con ella voló, sin embargo anoche se le hizo tan larga que incluso llegó a aburrirse.

- La respuesta es muy simple, Anfitrió-dijo Tiresias con grave acento- Alcmena, tu mujer hizo el amor con alguien que no eras tú.

- ¡Maldita, mentirosa!¡Dime quién ha sido, Tiresias, que lo rajaré en dos mitades!

- Eso te va a ser muy difícil- y el adivino susurró con temor- el amante de tu mujer ha sido Zeus, el amado padre de todos los dioses.
Aquella inesperada noticia llenó de temor a Anfitrión. El hubiera podido enfrentarse al más fuerte y temido de los hombres, pero un dios, y menos Zeus era algo muy distinto. Toda su furia se convirtió en rastrera sumisión. Decidió no volver a acostarse con su mujer por el irracional pánico a los celos divinos.

Mientras tanto Zeus se pavoneaba en el Olimpo de su hazaña y que el niño, ya a punto de nacer, se llamaría Heraclés. El divino lo bendeciría y aquel niño gobernaría la casa de Perseo. Hera, que aparte de celosa era muy astuta se postró a los pies de su dios-marido y le dijo.

- Señor y esposo mío, ¿me jurais de forma inviolable que si un príncipe naciera antes de medianoche sería el Rey supremo de la casa de Perseo?-

- Teneis mi juramente, esposa amantísima-dijo el poderoso con ingenuidad, teniendo la firma convicción de que el nacido sería Heraclés.

Pero la condición femenina, y más si se da en la divinidad, es mucho más sutil y astuta. Supera a la fuerza del hombre y a la inteligencia de cualquier dios.

Hera bajó inmediatamente a Micenas , donde Nícipe, esposa del rey Esténelo esperaba el nacimiento de un niño. La diosa se dirigió hasta la puerta del palacio de Alcmena, donde ésta comenzaba a sentir los primeros dolores. Hera, valiéndose de sus poderes retrasó el parto de Heraclés y de ésta forma Nícipe se anticipó dando a luz con solo siete meses a Euristeo.

Cuando Zeus se enteró del engaño de su esposa montó en cólera divina y al no poder descargar toda aquella ira y desilusión con Hera se vengó en Ate, su hija mayor, a la que arrojó del Olimpo. Naturalmente un dios no puede romper su juramento así que se mordió todo el orgullo y se dirigió a Hera. Le rogó que estaba entusiasmado y orgulloso de Heraclés. No podía hacerle rey supremo de la casa de Perseo, pero le pidió que si pasaba con éxito los doce trabajos que le marcase Euristeo, ella accediese a que el chico fuese nombrado dios.

Hera no le dió mayor importancia a la petición de su marido. Le dijo que sí, porque al igual que había conseguido vengarse de la aventura extramatrimonial de su marido bien podría ponerle dificultad a los trabajos que emprendiese el muchacho bastardo en su escalada hacia la divinidad.

Heracles y sus trabajos serán ya motivo de próximas historias. La de hoy pone punto final aquí.

jueves, 7 de abril de 2011

DIDO-ELISSA, LA REINA MALDITA


Roma tuvo un pasado legendario en el que todos los dioses del Olimpo intervininieron, o al menos eso fue lo que el gran poeta Virgilio (bardo del stablishment imperial) dejó escrito para gloria de Augusto. Aeneas, descendiente directo de Venus fue quien marcó el camino para que Roma quedara consagrada por siglos y siglos como la cabeza del mundo mediterráneo.

Todos sabemos que esos comienzos míticos de la ciudad fueron mucho más modestos, lo cual no resta mérito alguno a la importancia que ha tenido para nosotros, los hombres y mujeres de hoy, una de las civilizaciones más grandes que han existido.

Pero hoy quiero detenerme en una mujer legendaria, que tuvo mucho que ver que el mítico fundador de Roma, una mujer que también fundó otro imperio que pudo cambiar el curso de la historia. Esta mujer, que amó hasta la muerte al héroe troyano, padre mítico de Roma, se llamó Elissa ó Dido, y fue la reina de Cartago, la ciudad que sería en el futuro la enemiga jurada de la ciudad de Augusto.

"El dárdanio Aeneas, lleno de estupor y absorta su alma entera, concentra la mirada en la esplendorosa Dido que hace su entrada en el templo rodeada de gran séquito. Semejante a Diana a la orilla del Eurotas o en las crestas del Cinto. Ella guía a mil ninfas oréades que bailan en torno a ella y a todas en su coro señorea"

Pero no solamente fue Aeneas quien cayó fulminado de amor al ver a la esplendorosa reina. También ella fue igualmente herida por los dardo de Cupido.

Pero la tragedia aún no se había desatado paraa Elissa. Ella y su hermano Pigmalión vivían muy lejos de las tierras de Cartago, ambos, por decisión paterna serían los sucesores al trono de Tiro (Fenicia). Sin embargo a la muerte del rey, no se cumplió el testamento, el consejo del reino decidió que Pigmalion sería el único rey y Dido fue casada contra su voluntad con el sacerdote Acerbas, que al mismo tiempo era su tío carnal.
Como en la mayoría de los casos la codicia desata las pasiones y hace correr sangre. Se rumoreaba que Acerbas era poseedor de incontables riquezas. Pigmalion decidió utilizar a su hermana para que averiguara si ese rumor era cierto y la llamó a palacio para engatusarla.

Dido se enfureció con la solapada ambición de su hermano Pigmalión y decidió que se iría de Tiro ya que no amaba al marido impuesto y odiaba a su hermano. Por otra parte era cierto que Acerbas era inmensamente rico y eso le costó la vida.

Elissa ya lo había previsto todo. Engañó a su hermano sobre el lugar donde estaba enterrado el tesoro mientras ella, acompañada de su hermana Anna y con el tesoro de su marido partía rumbo al oeste del Mediterraneo en un barco fletado por amigos de Acerbas.


Elissa y sus amigos arribaron a una costa del norte de Africa donde pidió hospitalidad y un lugar donde poder instalarse ella y los suyos. El rey Jarbas le contestó un tanto zumbón que le daría tanta tierra como la que pudiera cubrir con una piel de buey. En este otro asunto también dio pruebas la futura reina de Cartago de su astucia. Mandó cortar la piel de buey en tiras y naturalmente pudo conseguir una extensión que asombró al mismísimo rey, que ya no estuvo para bromas (los matemáticos homenajearon a Elissa con el llamado "el problema de Dido", empleado modernamente en el Cálculo de variantes). Como parece ser que el hombre , Jarbas digo, tenía honor concedió a la astuta mujer lo que había conseguido con su gran ingenio. Y allí fue donde, según la leyenda tuvo lugar el origen de la potencia más grande que jamás tuvo la República Romana: Cartago.

Todo hubiera sido diferente si Aeneas no hubiera arribado a las costas de Cartago. Pero los dioses marcan irremisiblemente el destino y tanto él como la hermosa Dido quedaron enredados en el conflicto más viejo del mundo: el amor.

"At regina gravi amdudum saucia curu
uulnus alit uenis et caeco carpitur igni"

Pero la reina tiene el alma herida por el mal del amor. La sangre de sus venas nutre su llaga y un el fuego oculta la consume.....
El bardo imperial canta así el amor de Dido por Aeneas en la inmortal AENEIDA.

El héroe mitológico, que también está enamorado de la reina Elissa lucha entre sus sentimientos y el deber. Y aquí toma cuerpo la tragedia, el fatum manda y Aeneas que ha recibido la orden del padre Júpiter tiene que partir inexorablemente hacia su destino.
Despues de yacer con su amada abandona el lecho de amor y embarca con sus amigos. Elissa, desesperada corre hacia la playa para detener a su amante.

Como no bastan las súplicas para enternecer al amado ella se revuelve como una furia y abrazando el pecho del héroe estalla con estas palabras:

- ¡Ni tu madre fue diosa, pérfido, ni eres de la raza de los dárdanos!¡El Cáucaso en su riscal te engendraría y te daría de mamar una tigresa hircana! ¿A qué otro lance espero ya sin desfogar mi pecho?¿Tuviste acaso un gemido ante mi llanto?¿Se volvieron tus ojos hacia mí?¿Diste, vencido, una lágrima al duelo de tu amante?

Pero Aeneas está completamente decidido y guardándose el dolor, como un héroe, se deshace del abrazo de su amante y sin volver la mirada se marcha.

Dido toma una decisión. Su vida ya no tiene sentido y manda a su hermana que se levante una pira en los jardines de su palacio....pero dejemos que sea el poeta quien narre el trágico fin de la hermosa reina a quien los dioses volvieron la cabeza.

"La reina mira la gigantesca pira, donde se han hacinado pino y roble. Todo el recinto está engalanado con guirnaldas y fúnebre follaje. En lo alto ha colocado un lecho donde ha colocado las vestiduras y la espada del héroe. Suelto su cabello y con voces tonantes se dirige a todos los dioses: Erebo, Caos, la triforme Hécate y el triple rostro de la virgen Diana."

Y con la propia espada del amante esquivo rasga su pecho mientras clama: "¿Deja!¡Muere más bien, cual mereciste, pon fin con el acero a tus dolores!¡Ay hermana, al rendirme tú a mis llantos, al ceder a mi amor, tú la primera consumaste mi ruina, tú me echaste en los brazos de un bárbaro enemigo!¡No, sin el sello de una unión legítima no pude pretender vivir airosa libre de imputación, como pueden hacerlo las fieras...no fue lícito entregarme a tan ciega pasión!¡Guardar no supe mi promesa a los manes de Siqueo!"

Un reguero de sangre corre por la pira como un arroyo escarlata. Anna, la hermana, contempla angustiada la tragedia, pero tal dolor no le impide prender fuego a la pira, que libra por fin el alma de la desgraciada reina.

¿Qué es historia y qué es mito en este breve e incompleto relato?......Esta cuestión tendría unas sabrosas conclusiones que no es mi intención desarrollarlas en este espacio.

Nada mejor para terminar esta historia que escuchar el aria del lamento de la ópera "Dido y Aeneas" de Purcell.









lunes, 14 de febrero de 2011

LA MUJER DEL MARTILLO

Creo no estar equivocado si señalo que la redacción de la Biblia y las Antiguedades Judaicas del historiador Flavio Josefo tuvieron como modelo la literatura griega, así que me voy a permitir dar un salto en los mitos y relataré la historia o la leyenda, no importa para el caso, de una mujer a la que podríamos calificar, sin ánimo de ofender, como de "pelo en pecho", llamada Jale

El problema que hoy sacude el Oriente Medio, o sea los desencuentros entre judíos y palestinos viene de largo. Tan largo que se remonta a 3.200 años. Esto no lo digo yo, lo dicen los historiadores. Los israelistas habían venido de Egipto dispuestos a ocupar la tierra de Canaan. A pesar de la promesa que Yavhé les había hecho la cosa no se presentaba tan fácil para los judíos y durante muchísimos años no solo estuvieron rogando sino dando con el mazo.

Uno de estos episodios ocurrió cuando la guerra con los cananeos. Jabín, que era el rey de este pueblo consiguió formar un ejército integrado por trescientos mil solddos de infantería, diez mil jinetes y tres mil carros de guerra. Al frente de esta fuerza descomunal cabalgaba en calidad de primer teniente del rey el general llamado Sísares.
Naturalmente el pequeño ejército judío fue derrotado y obligado a pagar tributo. Durante varios años Sísares, con el auspicio de su rey, aprentó las tuercas a los rebeldes, tanto fue así que el pueblo judío clamó a su dios, como siempre hacía en momentos desesperados.
Sorpresivamente, y digo ésto por el consabido machismo que se extiende por toda la Biblia, el pueblo acudió a una mujer que tenía fama de profesisa, llamada Débora (que en hebreo antiguo significa abeja). Ella señaló a un hombre llamado Barac para que se pusiera al frente de un posible ejército judío.

Debora marcó un número exacto de soldados: diez mil (¿no es sospechoso el número al compararlo con la Anábasis de Jenofonte?) y aseguró que con aquel número la victoria sería segura. Barac, cuando se puso al frente de sus hombres se dirigió a Débora y le dijo.
- No partiré yo, ni ninguno de mis hombres si tú, Débora, no te pones junto a mí para comandar el ejército.
- Tú cedes, digno Barac, a una mujer una parte de la dignidad que Dios te ha concedido. Yo no declino ese honor y compartiré esta victoria contigo.- contestó Débora.

Las tropas judías acamparon al pie del monte Tabor y muy cerca de allí lo hicieron tambien las tropas enemigas al mando de Sisares. Cuando los israelitas vieron aquel inmenso ejército frente a ellos cayeron en el temor. Incluso Barac se extremeció. La única que mantuvo el ánimo sereno fue Débora. Erguida sobre el lomo de su caballo alzó su espada y mirando con decisión a los hombres que la seguían dijo con rabia.
- Maldito aquel que no confíe en Yaveh y el que se comporte como una delicada doncella. Seguidme todos, que la victoria es nuestra!

Cuando se produjo el cuerpo a cuerpo hubo una gran confusión y se habla que súbitamente se desató una tromba de agua impresionante. Comenzó a caer agua y granizo y el viento huracanado soplaba de cara a los cananeos de suerte que los disparos de sus flechas y sus hondas erraban. Toda esa confusión trajo consigo la victoria al ejército judío.
Sísares fue derribado de su carro y el único camino que le quedó fue una desesperada huida. En su fuga, completamente exhausto vino a dar en la casa de una mujer cenita llamada Jale. El derrotado general le pidió refugio y algo de alimento a lo que la mujer accedió. Le dió al hombre una jarra de leche, parece ser que no en muy buen estado o tal vez le mezcló un somnífero, lo cierto fue que Sísares cayó en un profundo sueño.
Una vez que Jale vió indefenso al hombre agarró un enorme clavo de hierro y con ayuda de un martillo atravesó desde la boca la cabeza del infeliz general, clavándolo en el suelo.
Cuando poco despues llegaron al lugar Débora y Barac quedaron asombrados de aquel cuadro. Parece ser que Débora no pudo contenerse y entonó un largo cántico de alabanza a Yahve.
"Bendita entre las mujeres Jael (o Yael)
la mujer de Jéber el quenita.
Entre las mujeres que habitan en tiendas
bendita seas!
Pedía agua, le diste leche,
en la copa de honor le sirvió nata.
Tendió su mano a la clavija,
la diestra al martillo de los carpinteros.
Hirió a Sisares, le partió la cabeza
le golpeó y le partió la sien,
a sus pies se desplomó, cayó;
donde se desplomó, allí cayó,
quedó tendido.
¡Bendito sea Yahve!

Barac y Debora comandaron el ejército judío durante cuarenta años.

Para terminar esta fascinante historia me remito a la monumental "Historia de los judíos" de Paul Johnson quien dice: "El Libro de los Jueces, aunque sin duda es un documento histórico y un material colmado de fascinante información acerca de Canaán en la Edad del Bronce Tardío, está adornado por material y fantasías míticas y expuesto de un modo confuso, de manera que es difícil establecer una historia consecutiva del periodo".

Historia o mito, poco importa, digo yo, porque todas estas violencias, saqueos, extremismos, odios y enfrentamientos se ha repetido con distintos personajes, como he dicho al principio, a lo largo de 3.200 años, espacio de tiempo suficiente para que hechos parecidos a éstos se hayan producido.





viernes, 4 de febrero de 2011

EL INFIERNO DE ORFEO

Orfeo era un chico muy aplicado con la lira, al fin y al cabo su madre era nada menos que la musa Calíope (en griego significa hermosa voz) . De tal palo tal astilla, y aunque su padre era un tanto brutito, el hijo se convirtió en uno de los poetas y músicos más famosos de Tracia.
Todas las compañeras de Calíope, es decir las musas, mimaron al niño y el propio Apolo le regaló una maravillosa lira.
Pero Orfeo no solo era un diletante del arte, también era un pelín aventurero y se embarcó con los argonautas rumbo a la Cólquide en pos del Vellocino de Oro. Parece ser que nuestro hombre, ayudó con su música a muchos de los esfuerzos del resto de la tripulación.

El matrimonio con la bella Eurídice no fue una aventura tan romántica como Gluck nos ha descrito en su maravillosa ópera "Orfeo y Eurídice". La ninfa, hija de Apolo, era un tanto casquivana y andaba sorbiendo los vientos por el pastor Aristeo.
El compositor francés Offenbach fue más cínico con esta leyenda.

"La mujer cuyo corazón sueña
no puede disfrutar del sueño;
cada día se levanta con el sol.
Al alba, las flores más bellas son bordadas.
Pero esas flores ¿para quien son?
¿A mí me lo preguntais?¿A mí, de verdad?
¿Para quién? Ah, ah, ah
No digais nada a mi marido,
pues son para el pastor más hermoso
que vive aquí"

Pero el tal Aristeo lo único que quería de Eurídice era llevársela al huerto sin más y cuando la bella ninfa trató de huir de su sátiro admirador pisó una serpiente y murió de la mordedura.

Según Offenbach Aristeo es el disfraz que Plutón, príncipe del Tártaro, ha adoptado para seducir a Eurídice y como tal se lleva a la ninfa a sus dominios del Infierno. Este hecho da lugar a un conflicto en el Olimpo donde los dioses viven en un limbo despreocupado. Todos duermen aburridos hasta que irrumpe en la divina morada Mercurio, el mensajero.
Este anuncia al cónclave divino que Plutón ha vuelto al Tártaro acompañado de una joven y linda muchachita que le fue arrebatada a su legítimo marido
Júpiter manda inmediatamente que Plutón se persone ante él.
- ¡Has abusado de tu poder, enviando a la muerte a una mujer, para raptarla!- le grita Júpiter
- ¡Eso no es verdad!- se defiende Plutón.
El resto de los dioses comienzan a murmurar entre ellos.
- ¡Silencio!, ¡cuando yo hablo todos se callan!- ordena Júpiter enfurecido y dirigiéndose a Plutón- Y tú no te justifiques con una mentira, lo sé todo, como dios supremo que soy.

He aquí la suntuosa e inolvidable escena del famosísimo Can Can.

Orfeo era un hombre de recursos y dando pruebas de bravura y con el beneplácito de Júpiter descendió al Tártaro con el arma de su lira. Con ella encantó al barquero Caronte, un viejo mal encarado y siniestro. Al joven no se le erizó el cabello cuando oyó los ladridos de Cerbero, que con solo una caricita comenzó a lamerle la mano a Orfeo y le hizo mil carantoñas.
Se cuenta que las torturas de los condenados se suspendieron mientras el lirista atacaba un minuetto.
El mismo Hades se conmovió y como gran escepción, permitió que Eurídice abandonara aquel siniestro lugar, con la condición de que no volvieran la vista atrás. Pero los humanos somos un juguete para los dioses y Orfeo inquieto por ver si Eurídice le seguía dobló su cabeza y....Eurídice se perdió para siempre.

Esta es el maravilloso pasaje musical de Gluck para la ópera "Orfeo y Euridice", es la Danza de los Espíritus. Una música para soñar.

Tras la definitiva pérdida de Eurídice el músico y poeta tuvo un destino trágico. Orfeo no dió los honores debidos a Dionisio, cuando éste invadió la Tracia. Ofendido por tal ultraje, el invasor hizo que le ataqcasen las Ménades de Deyo, quienes le desmembraron y arrojaron su cabeza al río Hebro. Sin embargo aquella cabeza siguió cantando hasta que llegó al mar. Desde allí su espíritu siguió libre hasta la isla de Lesbos.

lunes, 27 de diciembre de 2010

¡FIRMES, MUCHACHOS, AQUI UN HEROE!

Leyendo el último post de David http://safarinocturno.blogspot.com/ acerca de los héroes voy a dedicar mi entrada a uno de los mitos más próximos a esta definición.

Según Hesíodo, mucho le debemos los humanos a Prometeo, que en su trasposición al mito cristiano sería Jesucristo. El hombre-héroe que sacrifica su vida y su privilegiada posición para favorecer a todo el género humano.
En el caso de Prometeo, que es el personaje que nos ocupa, hay en su heroicidad un mucho de inconsciencia según me propongo relatar.

Hay dudas con respecto al progenitor de este desgraciado personaje, creador de la humanidad. Unos dicen que era hijo del titán Eurimedonte y otros de Jápeto y la ninfa Clímene. Sea como fuere el muchacho tuvo una juventud privilegiada en la que aprendió de los dioses toda una serie de conocimientos que generosamente transmitió al ignorante gremio de los humanos.

En el Olimpo se trababan batallas mayormente provocadas por el padre Zeus que deseaba imponer su autoridad por encima de todo y pesara a quien pesara. Menecio y Atlante, hermanos de Prometeo, ya habían sufrido las iras del dios supremo. El primero fue enviado al Tártaro por un rayo violento y el segundo fue condenado a soportar la Esfera Celeste sobre sus espaldas durante toda la eternidad.

Prometeo que era mucho más inteligente que sus hermanos decidió seguir en el bando de Zeus. Pero se las vió y deseó suplicando al airado y caprichoso dios de que no destruyera a la raza humana.
Zeus se quedó con la mosca detrás de la oreja. No soportaba que los humanos se estuvieran haciendo cada vez más ilustrados gracias a las enseñanzas del gentil Prometeo.

Cierto día se produjo en el Olimpo una curiosa discusión. Como aquellos dioses no tenían mayores preocupaciones disputaban sobre qué partes del toro sacrificado se les debía ofrecer a ellos y cuáles otras deberían quedarse los humanos.
- Prometeo -dijo la gentil Atenea- ¿Por qué tu probada sabiduría no nos saca de dudas? Te nombro árbitro de esta discusión.
- Bien dicho esposa mía- terció Zeus.

Prometeo se puso en la tarea y eligió un toro bien cebado. Lo desolló y lo descuartizó a conciencia. Al tiempo, volvió a coser la piel y dividió el interior en dos cavidades . En una colocó los huesos y las vísceras del animal y en el otro toda la carne limpia. Esta cavidad la ocultó en el bajo vientre, que se supone es la parte menos apetecible y la otra, envuelta en grasa estaba en la parte más vistosa.
Una vez realizada esta operación se dirigió al padre de los dioses y le dijo que escogiera la parte que él considerara más digna para la divinidad. Zeus, que se dejó engañar por la vista escogió la cavidad donde se ocultaban las vísceras y los huesos.
Prometeo, que era un bromista incorregible y tal vez con cierta vena atea, se reía a mandíbula batiente.
Pero Zeus no se andaba con chiquitas y sabiendo que los humanos eran la debilidad del joven Prometeo dijo con voz tonante.
- Esa gentuza quiere la carne, pues bien, que se la queden!....Pero se la van a comer cruda- y dicho ésto les arrebató el fuego.

Pero Prometeo era un rebelde impenitente y consiguió convencer a Atenea para que le dejara entrar a hurtadillas en el recinto sagrado del Olimpo. Una vez dentro consiguió encender una antorcha en el carro de el Sol y entregó aquel fuego a la Humanidad.

Esta burla era más de lo que Zeus podía soportar. Ordenó encadenar desnudo a Prometeo en una columna de las montañas del Cáucaso donde un buitre le desgarraba las entrañas durante todo el día. Ese terrible tormento no tenía fin porque durante la noche, y debido al frío el hígado se renovaba. A la mañana el maldito buitre volvía a rebañar en la víctima.

El muy miserable Zeus, para justificar aquel castigo injustificable alegó que el muchacho había engañado a Atenea para tener un romance con ella. ¡Todos los dioses quieren justificar sus actos de alguna forma, obviamente sin lograrlo, porque al final se nota el engaño!

Esquilo supo captar la naturaleza de este heroe y pone estas palabras en su boca

" En vano me importunas, cual si dieras
consejos a las olas. No, que nunca
se te ocurra pensar que yo, por miedo
al decreto de Zeus, pueda portarme
como si de hembra corazón tuviera,
y a suplicar a un ser tan odiado
que me libere de estos grillos, con
mis palmas levantadas como haría
una mujer.¡Estoy muy lejos de ellos!"




viernes, 17 de diciembre de 2010

UNA NO MUY SABIA ELECCION

Seguro que todos conoceis esa historia que nos narró cierto poeta ciego del que ni siquiera estamos seguros de su nombre. Este rapsoda vagabundo transitaba por las calles de Atenas cantando , ayudado de su lira las viejas canciones de viejas hazañas. Probablemente algún sabio ilustrado de los que merodeaban por la ciudad escuchó aquellos cuentos y decidió transcribirlos. Firmó con el nombre de Homero, quizá en homenaje a aquel pobre poeta. Este desconocido, nunca llegó a imaginar que dos mil ochocientos años más tarde aquellos cantos serían uno de los primeros relatos de aventuras de la humanidad. Naturalmente me estoy refiriendo a "La Iliada"

Pero "La Iliada" no es solo un libro. Todos los personajes que pueblan sus páginas son cada uno de ellos una historia en sí. Hoy voy a escoger a uno de ellos para componer mi propia versión del cuento.

El rey troyano Príamo era un tipo la mar de superticioso. Seguía al pie de la letra los augurios de Esaco. Un buen día éste le anunción lo siguiente.
- Si una troyana, perteneciente a la familia real, da a luz una criatura en el día de hoy el rey debe ordenar su ejecución inmediata e igualmente al hijo nacido.
Príamo puso manos a la obra e inmediatamente ejecutó a su hermana Cila que acababa de parir a Munipo. Lo que Príamo no tuvo en cuenta es que precisamente aquel mismo día Hécuba, su mujer tambien se encontraba de parto.
A pesar de todos los malos augurios y los consejos para que el niño nacido de Hécuba fuera también sacrificado, Príamo no se decidía, pero le calentaron tanto la cabeza que perdonó la vida a la madre y mandó a un pastor llamado Agelao para que matase al niño en el bosque.
El pastor tuvo piedad del chico y no se decidió a emplear el cuchillo y lo abandonó en el monte Ida.

Cuando pasados unos días el pastor regresó al lugar con la intención de recoger los restos del niño se llevó la sorpresa de su vida. El niñito había sido amamantado por una osa y estaba sano y robusto. Ante aquel portento divino Agelao se colgó al niño en el zurrón y se lo llevó a su casa para criarlo con su propio hijo.

Paris, que así fue llamado el niño por ser portado en el zurrón, creció adornado con todas las gracias y dones de los dioses. No solo sobresalía en fuerza y belleza sino en inteligencia y gracias a ello las chicas de la época se lo rifaban, una de ellas era la ninfa Enone, hija del río Eneo, que se bebía los vientos por Paris.

Pero cuánta razón llevaban los augures en aconsejar la desaparición del chico, porque un buen día cuando cuidaba el ganado en las cumbres del monte Gárgaro se le presentó el liviano mensajero de los dioses , Hermes, acompañado de tres hermosísimas diosas: Hera, Atenea y Afrodita.

Hermes traía una manzana de oro y un peliagudo mensaje del padre Zeus.
- Amigo Paris, Zeus está asombrado contigo. Admira tu belleza y tu sabiduría y por esa razón me ha entregado esta manzana de oro para que tú la ofrezcas a la diosa que tú juzgues más hermosa.

Paris miró obnubilado aquellas tres maravillosas diosas y barruntando el lío en el que Zeus le estaba metiendo contestó al sibilino mensajero que partiría aquella manzana en tres partes y le entregaría un trozo a cada una de las diosas, porque las tres estaban geniales.

- Nada de eso -le contestó muy zumbón el mensajero- no puedes desobedecer a Zeus Omnipotente y yo, sintiéndolo mucho no puedo aconsejarte (astuto el hombre), de manera que espabila y usa tu inteligencia.

- De acuerdo- contestó Paris- pero impongo una condición- que sea cual sea mi elección las dos perdedoras no tomarán represalias. Al fin y al cabo soy un pobre humano y sus excelencias son materia divina.

Las tres bellezas asintieron, aunque cruzando los dedos.

- Bien, aceptada la propuesta - intervino Hermes- se incia el juicio...Uh...una cuestión. ¿Prefieres que se desnuden o puedes emitir tu opinión sin necesidad de que se despojen de sus vestiduras?

A Paris se le hizo la boca agua y no desaprovechó el envite.

- No, no...que se desnuden.
Una a una las diosas ofreciron no solamente sus gracias divinas sino también fabulosos regalos. Hera le ofrecía a Paris ser el señor de toda ASia y poseer todas las riquezas del mundo. Atenea, que abusaba de su posición olímpica, le ofreció la victoria en todas las batallas y aumentar hasta el límite su belleza y su inteligencia.

Afrodita que sabía perfectamente de donde flaqueaba Paris se acercó al pastor rozándole con su aterciopelados senos. Paris se puso al cien y Afrodita no perdió la baza.
- Mira Paris, ¿qué hace un pastor tan hermoso como tú en estos páramos perdidos? Por qué no te marchas a la ciudad, donde hay diversión y gentes con las que tratar. Allí te espera Helena de Esparta que es tan bella como yo , ésto lo estás apreciando ahora, y naturalmente no menos apasionada. Ella dejará su hogar y sus gentes para seguirte donde tú decidas.

Todos sabemos cual fue la elección final del pícaro pastor y las consecuencias que de esta elección se derivaron.

Pero como de todo mal siempre se saca algún beneficio los humanos de este siglo XXI podemos deleitarnos con todas esas historias que tuvieron este principio inmortal:

"Canta, oh diosa, la cólera del Pélida Aquileo, cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héreoes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves- cumplíase la voluntad de Zeus- desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres y el divino Aquileo"






sábado, 4 de diciembre de 2010

ABRIENDO PAGINA

Toda nuestra cultura tiene una base bien sólida y ésta base es sin género de dudas todo el conocimiento que la civilización griega nos ha transmitido. De ahí el título de este blog, que persigue divulgar, de la forma más amena posible todo lo relativo al mundo de la antigüedad. Su historia, sus mitos y su literatura pasarán por estas páginas.

Aunque el núcleo principal será el mundo heleno, obviamente su pase de alernativa al mundo latino, tendrá cabida igualmente. Si nada lo impide y a mi ritmo, trataré de contar historias divertidas y trágicas.

Valga pues esta breve página de presentación y pacientemente seguiremos levantando mármoles para construir estas columnas.